Al leer las noticias sobre las modificaciones a la Ley de la Vivienda en Cuba, una sonrisa amarga, irónica, esboza mi rostro. Solo quien esté muy ajeno a la realidad cubana desconocerá las batallas y epopeyas que debe sufrir el cubano de a pie para tener una vivienda propia e independiente. Cuando sales victorioso y tu mano logra insertar el escuálido trozo de metal en la cerradura de tu puerta, el sentimiento de victoria es infinito, esto lo sé por los relatos de mis padres, ya que como digno miembro de mi generación, estos sentimientos nos han sido vedados a menos que se trate de un antiguo y destartalado inmueble que por antigüedad y desgracias de la vida pueda ser heredado.
Por supuesto que me alegro por este tímido y mejorable intento de cambio, me alegro por todos los cubanos, es símbolo de que algo se mueve en positivo, pero no puedo dejar de sentir frustración por lo tarde que ha llegado al menos para nosotros.
Y regreso a mi generación, a su historia. Muchos han intentado ponerle nombre, pero yo no sucumbo a esos deseos y me centro en la sensación que siempre hemos tenido de llegar tarde. Llegamos tarde a muchas cosas, nacimos con la revolución: muy tarde, ya estaba hecha, y la mayoría de edad nos llegó también demasiado tarde para disfrutar de las tímidas ventajas de los primeros y poco regulados coqueteos con empresas extranjeras. Me considero privilegiada, eso sí, porque he rozado algunas de estas oportunidades pero en situaciones como estas vuelvo a evocar mi vocación generacional tardía y lamento no solo perder la propiedad de mi casa (la de mis padres) sino el simbolismo que encierra, el cambio de una situación a otra, solo por caprichoso o persistencia de algunos y el despojo a mis ascendentes de todos sus esfuerzos.
La nueva ley ampara la venta de casas, pisos o similares y garantiza la legalidad de este proceso, ¿pero es así realmente?, acaso no llevamos años de especulación inmobiliaria, de compra y venta de casas a precios muy superiores a los que realmente valen, de ventas encubiertas cuyos últimos y verdaderos propietarios no aparecen en ningún registro porque en muchos casos no residen en el país ni son ciudadanos cubanos. Mucho de hipocresía y ‘vista gorda’ sí que hay.
Ojalá esta reforma a una arcaica ley reduzcan a la mínima expresión este tipo de irregularidades y beneficien al ciudadano de a pie, pero y ¿la generación más joven?, esa que justo ahora desea independizarse o fundar su propia familia.
Precisamente este fin de semana en un debate familiar a tres bandas discutíamos y comparábamos la situación antes de 1959, después de este -en especial durante los años 70y 80- y la de ahora.
De forma abreviada antes del 59´ (año del triunfo de la revolución) no abundaba el dinero y no todos podían permitirse comprar o alquilar una buena casa. Posteriormente y con el movimiento de microbrigadas* sobre todo trabajadores jóvenes encontraron una forma, muy dura eso si, de participar en la fabricación de sus propios pisos, edificios de diseño cuestionable pero funcionalidad asegurada, que aparecieron a lo largo de toda la geografía cubana sin mucho criterio en la mayoría de los casos; ¿y después?, se detuvo el mundo, nuestro mundo. Para mi generación el acceso a una vivienda digna en propiedad es imposible y en la mayoría de casos estamos obligados (en el mejor sentido) a convivir con nuestros progenitores con nuestra propia descendencia incluida en el paquete.
Esta ley ciertamente representa una oportunidad, pero ¿para quienes?. Si el salario de un cubano medio a duras penas alcanza para adquirir la canasta básica, sin entrar en la consabida contradicción de que los salarios son emitidos en “moneda nacional” y todos los productos vitales en moneda libremente convertible, ¿quién puede aspirar a comprar “legalmente” un inmueble?; cuando digo legalmente no me refiero al proceso o transacción, eso sí está más o menos garantizado por el nuevo decreto ley, el problema son los fondos necesarios para adquirirla. Es verdad que se ha pensado en los bancos para que emitan préstamos a tal efecto pero ya sabemos que es imposible para un asalariado común.
Por otra parte hay un tema al que soy especialmente sensible y es la constante alusión a los cubanos que “salen definitivamente del país” y que ahora pueden vender o donar su casa antes de “salir” (aunque no me queda muy clara la forma de proceder en el primer caso), de cualquier forma lo que no recoge es la posibilidad de mantener la propiedad de nuestras viviendas.
Lo que me incomoda es que se haga esta reforma antes de las más que necesaria modificación a la Ley de Emigración, esa que nos impide residir a tiempo parcial entre el extranjero y la isla, o nos priva del derecho a mantener o adquirir propiedades en nuestra propia patria, estos entre otros aspectos.
Solo los cubanos con Permiso de Residencia en el Exterior (PRE), condición que se otorga a los ciudadanos que emigran mediante matrimonio con extranjeros, pueden conservar estos derechos y esto me hace cuestionarme, ¿existen diferentes tipos de cubanos también entre los que emigran y por tanto diferentes raseros para determinar sus derechos?, ¿se puede obviar el esfuerzo de toda una vida y hasta el trabajo para fabricarse su propia vivienda, así como el monto económico que hay que desembolsar al estado?. Si se tiene la propiedad de un inmueble y se reconoce dicha propiedad para ejercer el derecho a venta, se debería igualmente reconocer el derecho a preservarla, aun sin residir en la isla.
Muchos aspectos quedan pendientes pero nos debemos alegrar ante este primer intento de mejora y cambio positivo. Confiemos en que muchos más estén por venir. No es una locura desear que las cosas cambien para bien, que el sufrimiento de unos sirva para evitar a otros esa desagradable experiencia.
*Microbrigadas: un movimiento constructivo con el que se edificaban viviendas por los propios trabajadores que posteriormente las habitaban, para ello se les concedía una excedencia en su trabajo y se les mantenía sus salarios.
La Habana antes de 1959:
Edificios del movimiento de microbrigadas:
La Habana antes de 1959:
Hola,quisiera saber cual es el decreto ley por el cual,un cubano que establece su residencia en otro país pierde todos los derechos en su país natal,esto no me lo imaginaba cuando vivía allí,es más ni me lo planteaba,no intento discrepar o disentir con nadie;pues desgraciadamente para nosotros,sobre todo,los de afuera,una opinión que suene algo política nos puede acarrear dificultades.Gracias por este espacio.
ResponderEliminarTines razón, no conocemos muchas veces las leyes hasta que alguna decisión nuestra nos hace tirar de ellas. No obstante el desconocimiento no nos libra. Se puede consultar la reforma en la Gaceta Oficial Nº. 035 Extraordinaria del 2 de noviembre de 2011. Invito a todos a que la lean.
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