La pasada
semana, mientras visitaba a mi prima y sus niñas, y esperaba para compartir en
familia la comida de un sábado, descubrí una “joya” en forma de libro para
niños.
Dicha joya
le había sido obsequiada a la más pequeña durante su visita a Cuba en el verano
pasado, por tanto confirmo que es un libro cubano, su título “Vamos a cantar y
soñar” y su autora Nerys Pupo, -facilito estos datos por si alguien se interesa
y quiere buscarlo-.
En fin el
libro recoge en sus páginas canciones, poemas, reflexiones martianas, y sobre
todo raíces, raíces bien profundas que nos acercan a nuestra niñez.
Para mí ha
sido un redescubrimiento, un viaje al pasado, a mis primeros años. La mayoría
los asocio con esos “muñequitos*” de
factura primitiva que ocupaban nuestras horas después de la escuela.
Por
entonces la rutina extra escolar era más natural que la de ahora. Al finalizar
las clases regresábamos a casa, merendábamos y salíamos a jugar con los amigos
del barrio; la tarea o deberes se hacían antes o después del juego, a criterio
de los padres. Cuando ya nos encontrábamos bastante desfogados después de
correr sin parar y jugar al pon*, a los
escondidos*, los cogidos* y similares, regresábamos dóciles al hogar. Tras el
baño reglamentario, llegaba el momento de la tele y los mencionados muñequitos,
esos que hoy han regresado a mi mente revoloteando desde mi feliz niñez.
En verdad
no eran nada sofisticados, era otra época. En la década de los 70 la animación
era muy primaria, las teles en colores no existían en Cuba y ni soñar con el 3D;
pero aun así se palpaba la diferencia entre los nacionales y los pocos que
habíamos logrado ver de facturación norteamericana. Con todo y eso la magia era
increíble.
Mi
generación, siempre tengo que recordarlo, carente y víctima de muchas cosas,
también lo fue de de los muñequitos rusos y de otros países socialista
europeos, esos que tenían la gracia donde mismo escondían el ritmo al bailar. El
payaso Ferninando, Bolek y Lolek, eran ejemplo de los que al menos se podían
ver, pero otros…
No obstante
la primitiva producción nacional valía la pena y nos mantenía pegados a la
televisión de un modo que ya no se conoce.
En esos
años la tele no era una caja tonta, los programas infantiles trasmitían
valores, nos enseñaban cosas nuevas y por supuesto entretenían. ¿Recuerdan “Tia
Tata cuenta cuentos”?, seguro que todos los cubanos mayores de 30 años sí. Para
quienes no los son, les cuento que se trataba de un programa infantil y
musical, en él que importantes actores, compositores y cantantes, interpretaban
canciones que se recogen en el libro antes mencionado.
Como
olvidar “Un día de paseo”, “Vinagrito” el súper simpático gatico, el inquieto
Juan al que todo le tenía sin cuidado y muchos más.
¡Ay, Tía
Tata cuenta cuentos!, -el juego de palabras hace pensar en otros cuentos menos
inocentes y también nacionales, pero mejor no entrar en eso ahora-.
Al leer este
libro y como todos conservábamos algo de niños, -y sino hay que rescatarlo-, sentí
unas ganas inmensas de compartir esos poemas y canciones que entonces
escuchábamos en vídeos clips protagonizados por simpáticos títeres con
preciosas voces infantiles.
Aquí dejo
algunos para reír un rato y rememorar la inocencia.
*muñequitos: así se llaman coloquialmente en Cuba a los dibujos animados.
*pon, escondidos y cogidos: juegos infantiles cubanos.
Un día de paseo, con la diva Rosita Fornés.
El gatico Vinagrito, Teresita Fernández.
Bolek y lolek, muñequitos polacos.
El gatito vinagrito jejeje...mi preferido,tia mili me dice vinagrito desde pequeña por mi docil caracter jejeje
ResponderEliminarMi padre se acuerda de tia tata!!!
Belkis
Fue una epoca transcendental, llena de problemas familiars, familias divididas pero, en aquella epoca, 60 y 70, eramos ninos y jovenes que solo la television y la radio nos hacia no ser participle de tantos sinsabores, viviamos ajenos a los problemas economicos, nos sentabamos a la mesa la familia complete, conpartiamos nuestra pobreza con risas y cuentos, no tan inocentes pero que en la mayoria de las veces no los entendiamos pero reiamos, no hay nada mas contagioso que la risa, y asi nuestros padres y abuelos alejaban la tristeza, ahora mirando hacia atras, hay que quitarse el sombrero, como diria mi difunto abuelo, delante de esos adultos que nos supieron dar una infancia feliz entre tantos problemas.
ResponderEliminarQuiero información de los títeres Pepe Pan y don Tolomio.
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