Cuando se habla de ron en cualquier lugar del mundo por lejano y recóndito que este resulte, se piensa en Cuba y el ron cubano. Razonamiento más que comprensible porque el ron nació en Cuba, al menos como hoy se conoce. Y por supuesto si se habla de ron cubano hay que hablar de Bacardí.
El pasado mes de febrero se cumplieron 150 años de la creación del Ron Bacardí y por ende del ron cubano. Es reconocido que la historia de este patrimonio nacional comienza con la creación de la compañía el 4 de febrero de 1862, no obstante el origen del ron Bacardí como el de otras exitosas bebidas se encuentra envuelto en un halo de misterio y mucho de leyenda que mistifica su éxito. En cualquier caso el ron no es más que el producto de la fermentación alcohólica y posterior destilación del guarapo o jugo de la caña que se añeja y mezcla.
Es verdad que no solo se producía ron en Cuba, ya se elaboraba en otras islas de las Antillas Españolas como Jamaica, República Dominica, Puerto Rico, incluso se considera a Jamaica como el primer lugar donde se logró la destilación continuada hasta llegar al ron. Aun así este era demasiado fuerte y de elevada graduación alcohólica, lo que impedía su consumo generalizado.
Fue entonces que surgió un ron más suave y ligero, producido en el oriente de Cuba a manos de un emigrante español asentado en tierras santiagueras Don Facundo Bacardí Massó, originario de Sitges, Barcelona que con 15 años llegó a la isla en busca de fortuna y sueños por realizar.
Resulta curioso que dos de los principales productores de ron cubano que contribuyeron al renombre del mismo, hayan sido humildes emigrantes de origen español, el ya mencionado Don Facundo Bacardí Massó de Sitges y el vasco José Arrechabala y Aldama creador del Havana Club.
Y aquí surge el misterio alimentado durante siglo y medio. Don Facundo que había tenido varios negocios más o menos exitosos, incluso se había declarado en quiebra, decidió conquistar sus sueños y adquiere una destilería en Santiago de Cuba y funda su compañía. Surge así el mítico ron Bacardí.
En cuanto a su logotipo, el famoso murciélago que ha estado presente en sus botellas desde la primera hasta las actuales, surge a propuesta de Doña Amalia, esposa de Don Facundo, que tomó como referencia una colonia de los mismos en las vigas de la destilería y que conocedora de los poderes que se le atribuían por los criollos, -optimismo, sabiduría, buena salud, fortuna y unidad familiar-, sugirió a su marido que lo utilizara como símbolo del nuevo ron.
A partir de entonces no paró de crecer y llegó a ser unas de las empresas cubanas más importantes del panorama económico nacional, que producía y comercializaba un producto tan criollo que también le garantizó el éxito internacional. Ya para principios del siglo XX la compañía consolidaba su posición como líder empresarial en Cuba.
Las leyendas otorgan el secreto del éxito a diferentes fuentes, unas a las mágicas aguas santiagueras responsables de su calidad sin igual, y otras a una fórmula secreta cedida al fundador durante una noche de borrachera por un vinatero francés. La compañía ha sabido explotar a su favor dicho misterio y sin negar ni dar por válidas las mismas, las ha convertido en importante elemento publicitario.
Durante casi un siglo, desde 1862 hasta 1960 Bacardí se elaboró en suelo cubano y aunque bien temprano tuvo clara la idea de expandirse y conquistar el mercado internacional, estableciéndose también en Puerto Rico y México entre otros, siempre fue un ron 100% cubano.
Igualmente es un hecho que la compañía tenía algo especial. Su historia ha estado unida a la historia del pueblo cubano. Emilio, uno de los hijos de Don Facundo, llegó a ser el primer alcalde la ciudad de Santiago y hasta Senador, después de haber colaborado activamente como enlace entre las fuerzas mambisas que luchaban por la independencia de Cuba y sus apoyos en la ciudad; luego durante la ocupación norteamericana colabora con sus tropas hasta la instauración de la república y la toma de su cargo. En la actualidad el edificio que fue sede de la compañía en La Habana, conserva su nombre: Emilio Bacardí.
Avanzando hacia la mitad del siglo XX, Bacardí como compañía y familia nunca apoyó la dictadura de Batista, no era como el resto de las empresas cubanas del momento, al menos así se considera; se dice que incluso colaboró con dinero y otras acciones con el movimiento 26 de julio. Curiosamente el contable de Bacardí era el padre de Vilma Espín, esposa fallecida de Raúl Castro y en general eran tolerantes con los trabajadores que también se identificaban con el movimiento revolucionario, cosa impensable en otras empresas.
Algunos miembros de la familia conocían a Fidel desde mucho antes, habían coincidido durante sus estudios en Santiago, pertenecían a la misma clase social, lo que también contribuía a la existencia de cierta simpatía hacia él y a no albergar temores a cambios significativos si llegara al poder.
Por todos son conocidos los vínculos entre la familia-máxima dirección de la compañía y el gobierno de E.U.A a través de sus embajadores en La Habana, así como su visión preclara de la situación del país a finales de la década del 50 del siglo XX. Por esta razón cuando avistaron que la realidad interna podía cambiar definitivamente, que Batista se negaba a seguir la invitación del gobierno norteamericano a abandonar el poder y convocar elecciones que garantizarán la continuidad de su hegemonía, así como conocen el programa propuesto por Fidel, prefieren anticiparse y poner a buen recaudo su “marca”, el bien más preciado, en un paraíso fiscal donde ningún peligro le asecharía. Con la marca a buen resguardo registrada fuera de Cuba y la expansión pionera que habían realizado estableciendo otras destilerías en Puerto Rico y México, se garantizaban el futuro.
En 1960, la compañía fue nacionalizada por el gobierno revolucionario y aunque como asegura el periodista estadounidense Tom Gjelten en su libro “Bacardí and the Long Fight for Cuba”, no encajaba en el modelo de empresa capitalista cubana explotadora que apoyaba y se identificaba con la dictadura de Batista mientras asfixiaba al pueblo cubano, -incluso trabajadores que aun viven en Cuba y que laboraron en sus instalaciones dan fe de los altos salarios que se pagaban así como las buenas condiciones de trabajo-, sin embargo la política de nacionalizaciones del gobierno revolucionario no permitía excepciones.
Quizás la compañía Bacardí hubiese sido un buen ejemplo de convivencia entre empresa capitalista y revolución, -este es un criterio personal-, una prueba concreta de la viabilidad del capitalismo monopolista de estado.
La familia Bacardí abandonó Cuba y con ella se llevó la supuesta fórmula secreta para la fabricación de su ron; el que antes se producía en tierras santiagueras se elaboraría a partir de ese momento en la hermana Puerto Rico. No obstante muchos aseguran que el auténtico ron Bacardí se quedó en Cuba, en las plantaciones de caña de azúcar, en las mieles que de ellas se obtienen, en las antiquísimas barricas de su fábrica y hasta en el viento, el sol y por supuesto, las aguas santiagueras.
Con ellos se llevaron “la marca” pero en las antiguas instalaciones se sigue produciendo ron ahora con otro nombre, incluso en algunos casos por las mismas manos que antes lo elaboraban y que aseguran que la fórmula con detalles tecnológicos específicos que se guardaban en el famoso “cuarto del secreto” y que solo era conocida por los dueños y algunos fabricantes, no existen como tal; se trata únicamente de una forma de hacer, de materia prima totalmente cubana, específicamente santiaguera a la que nunca más han tenido acceso, causante del “toque” que le falta al actual Bacardí.
En cuanto a la familia, luego de romper con el régimen revolucionario, emigraron a E.U.A. Algunos de sus integrantes se declararon abiertamente adversarios del gobierno revolucionario como es el caso de José Pepín Bosch, quien después de transitar de una tenaz oposición al dictador Batista, a un apoyo pionero a Fidel e incluso viajar como parte de su comitiva en los primeros meses de revolución a E.U.A, decide marchar y alinearse en sentido contrario.
A modo de resumen Bacardí pasó a ser identificada con las posiciones más activas contra el gobierno de la isla, se reconoce su financiación de la fallida invasión a Bahía Cochinos que pretendía derrocar al gobierno de Fidel Castro; también con la compra de un avión para bombardear las refinerías de petróleo, acción que finalmente no pudo llevarse a cabo, así como numerosos atentados, leyes de embargo a Cuba y la fundación de organizaciones para garantizar tales objetivos.
A criterio de Tom Gjelten, en la actualidad “…los Bacardí ya no están tan implicados en el apoyo a la oposición cubana. Son exiliados cubanos ricos, algunos de ellos apoyan a grupos…, pero muy pocos tienen papeles destacados, y la compañía como tal no lidera los círculos de la oposición cubana. Creo que sobrevuela la idea de que la compañía cometió un error al significarse tan destacadamente como parte del movimiento anticastrista y ahora se han concentrado más en los temas empresariales que en los asuntos políticos…”.
En el plano económico continua desarrollando la producción del ron Bacardí y otros licores, sin lograr –en opinión de muchos-, que el primero conservara el sabor único que tenía al fabricarse en Cuba. Según algunas fuentes, Bacardi es ahora la tercera compañía mundial de bebidas alcohólicas, por detrás de Diageo y Pernod Ricard. Una multinacional con sede en Bermudas que sigue siendo casi enteramente propiedad de la familia. Su actual presidente es Facundo Bacardi, tataranieto del fundador, nacido en E.U.A. y que se considera más norteamericano que cubano. La historia finalmente lo ha alejado de sus raíces.
Innegable resulta a mi parecer que Bacardí se ha distanciado de sus raíces, aunque reconozco el increíble éxito manifiesto en que generaciones como la mía, las que no llegamos a conocer el Bacardí elaborado en Cuba, que ni llegamos a degustarlo, lo sigamos asociando con nuestra patria e identificándolo como un ron cubano.
Ese es a mis entender el mayor reconocimiento, la prueba más verídica de que forma parte del patrimonio nacional.
Ron Bacardí
150 años del comienzo de las fiestas
Entrega de reconocimiento a Facundo Bacardí III durante la celebración por el 150
aniversario en Puerto Rico
Edificio "Emilio Bacardí" en La Habana, símbolo del estilo art decó en Cuba
Una entrada muy interesante, disfruto mucho con tus escritos, blog como este son los que necesita la red ya siempre aprendemos cosas nuevas, contadas con frescura y buen tino.
ResponderEliminarGracias
Uy que elogio, muchas gracias aunque creo que no son merecidos. La verdad es que de Cuba todavía hay mucho por conocer, tenemos suerte los cubanos de contar con un país así, con sus virtudes y sus defectos pero sobre todo con mucha historia. Gracias de nuevo.
ResponderEliminarMe gusta visitar tu blog, siempre con escritos interesantes,amenos , llenos de frescura y salpicados además con tu gracia y cubanía
ResponderEliminarSabia muy poco de esta historia,ni tan siquiera que Facundo BAcardí era catalán( me enteré hace 2 años con un amigo de aquí).
No soy amante del ron pero es fácil notar la diferencia del que se elabora en cuba 100% ,al de otros países;lo he podido comprobar con el Havana Club y también con la cerveza bucanero.
El agua influye mucho pero también "la magia" de quienes intervienen en su elaboración.
Gracias Oda, volveré pronto, así que no tardes en escribir :)
Gesy, ya no se coo agradecerte tu visita y tus palabras, muchas gracias por todo. La verdad que por eso el blog se llama así pq hay tantas cosas que aprendimos en Cuba y de Cuba pero muchas que aun desconocemos y si las comentamos y compartimos puede resultar muy interesante. Me alegra que te guste y te espero de nuevo por aquí. Ando algo liada por eso no actualizo el blog tanto como antes pero no dejo una semana sin hacer una entrada y espero poder hacer mas. Saludos.
ResponderEliminarInteresante,elegante y con sabor a ron cubano!!!
ResponderEliminarTu tio me habia contado muchos cosas que habia leido,pero este articulo esta completisimo.
Muchos exitos,me encanta este blog!!!
Belkis