LA HABANA

La Habana es una de esas ciudades “cosmopolitas” eso si, en las que uno nace sin siquiera comprender el valor congénito que lleva. Nací en el Vedado, centro de ese mundo, así llamado no por designación geopolítica pero SÍ por denominación popular, resultado de la suma de teatros, cines, facultades universitarias, restaurantes de lujo -ahora de pena-, heladerías, pizzerías, majestuosos hoteles, y sobre todo el mar, ese que bravo inunda sus calles y en tiempos de calma refresca cuerpo y vista.

Mi Habana, la nuestra, la ¡¿de todos los cubanos?!...no la extraño  porque siempre la llevo conmigo. Es algo que no me he propuesto, solo ha sucedido porque se filtra a través de los poros hacia nuestro corazón y de ahí es bombeada a todo nuestro ser.

Toda Cuba me llena, es la inmensidad de esa palabra “patria” la que resume todo: amor, pertenencia, orgullo, tristeza, alegría, lágrimas. La Habana es parte de eso pero también es TODO.  Inicio de mi existencia, la de toda mi familia menos aquella que de a par llegó desde esta tierra a la que hoy retornan a través de mis huesos. 

La Habana es madre con brazos extendidos para todos, los acoge y amamanta, los hace suyos y se hace querer. La muestra es MI OTRO YO, importado desde esa ciudad al sur que es una perla, de nombre y hecho, -ella también se merece un comentario aparte-. MI OTRO YO es Habanero de adopción pero tal vez por eso me ha enseñado a verla con otros ojos, quizás más artísticos, estructurales, arquitectónicos, y  ha resaltado uno a uno sus valores, andando, fotografiándola hasta la saciedad, madrugando para descubrir sus mejores luces y sombras, añorándola y deseándola por igual.

Cada regreso es un nuevo descubrimiento, muchas veces doloroso, un edificio que  ya no está, u otro más descuidado y maltratado de lo habitual que ya no luce tan majestuoso como antes. Mi casa que ya no lo es, el sacrificio de años de mis padres y algo del mío propio junto a MI OTRO YO, tantos momentos y recuerdos felices o no, que ya no tiene más recipiente que la mente. En ella cargamos todo, no sin riesgo de pagar sobrepeso.

Quizás deba insistir en que La Habana es una ciudad de mar, he crecido con el salitre en mi piel y eso es lo primero y lo que más extraño desde que me alejé. Casi es imposible de explicar pero a miles de kilómetros de ella, sientes que te ahogas que estás dentro de una botella aunque en realidad es todo lo contrario y mas tierra que nunca te rodea, ya no es un país sino todo un continente o varios que se comunican; pero aún así comprendes que perteneces al mar. ¡Ay, ese sentimiento insular!.

Por todo esto al  hacer el saldo de cualquier visita de retorno, siempre me sale positivo, ningún cambio por ATROZ, definitivo o penoso que resulte logra cambiar mi opinión. Aquí radica la diferencia entre hijos propios y adoptados, los primeros la amamos ciegamente, lo que nos impide quedarnos con lo feo.

LA HABANA FUE, ES Y SEGUIRÁ SIENDO LA CIUDAD MÁS BELLA DEL  MUNDO.

01-vista del litoral habanero desde el hotel Nacional

 02- Malecón, El Morro y La Cabaña

    03- Varios: restaurante La Roca, facultad de Economía

(edif. alto a la derecha),  hotel Habana Libre (al fondo a la izquierda)

 04- Plaza de la Revolución

   05- Malecón y G (Monumento a Calixto García,

atrás MINTUR y la mítica casa de las Américas)

 06- En primer plano bandera cubana, detrás Capitolio

   07- Panorámica de Centro Habana y parte del Vedado

             08-Iglesia de Reina (izqda), detrás Ministerio de las Fuerzas Armadas, a la derecha edif. Masónico y justo detrás Monumento a Martí en la Plaza de la revolución.

       09-Vista del Parque Central y de derecha a izqda: hotel Telégrafo, hotel Inglaterra, Teatro García Lorca y sede del Ballet Nacional de Cuba, al final el Capitolio.