Foto (revista Cultura y Ocio)
John Donne escribió algo así: “…la muerte de
cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad por consiguiente
nunca preguntes por quién doblan las campanas, doblan por ti…”; los que me
conocen saben que esta es una frase que suelo citar cuando la malvada de la
guadaña realiza visitas – inesperadas o no-; se trata de una sensación ante la
pérdida de una vida humana sin entrar en otros tipos de análisis: ¿era buena
persona?, ¿buen padre?, ¿buen político?, o cualquier otra interrogante, solo
eso, el sentimiento de vulnerabilidad, de infinita indefensión que tenemos los
humanos ante la muerte.
Algo así vino a mi mente la pasada semana y ha
continuado presente durante esta, con más o menos intensidad según las noticias
de la tele, los diarios, otros medios de información, las redes sociales y
conversaciones con amigos; especialmente al leer algunos comentarios en
facebook en lugar de caer en el simple debate sobre si causa alegría o inmensa
tristeza, si es conveniente o inoportuna, justa o no, (la muerte de un ser
humano), lo que he sentido es un impulso casi irrefrenable a hablar sobre la tolerancia.
El tema de debate puede ser cualquiera más o menos
candente pero la falta de tolerancia venga del bando que venga es inaceptable.
Comprendo que a veces resulta difícil modular una posición cuando te queman las
ganas de opinar y ejercer esa libertad que en muchos casos ni se había podido
practicar, en otras ocasiones la pasión y la intensidad que el tema sugiere por
cercano, nos lleva a la indignación y ahí el control casi siempre falla, pero
aún así debemos intentarlo.
Yo también vivo en un país donde hay libertad de
expresión y puedo decir lo que quiera, sin embargo eso no implica anular o
desmerecer otras opiniones que por divergentes no tienen que ser obligatoriamente
erróneas, incluso en el caso que aplastantemente lo sean, el respeto es casi
cuestión de educación; en la diversidad está la riqueza y la verdad es
relativa.
Tanto que pedimos democracia real y pluralidad pero
en cuanto podemos repetimos el patrón que tanto aborrecíamos. Hay que mojarse,
tomar partido, ser protagonista y no mero observador, y aún así respetar.
Ahora sumamos que “habemus papam”, un PAPA
LATINOAMERICANO, personalmente lo tomo como un hecho de interés cultural e histórico,
-estoy en el otro extremo-, pero acepto el hecho de que millones de personas
estén en ese y expresen regocijo, no lo comparto, simplemente lo respeto.
Cada quien según le dicte su conciencia pero la
invitación a la tolerancia está hecha y es permanente, por favor comencemos con
esta entrada como ejercicio práctico. ¿Os parece bien?