jueves, 26 de abril de 2012

LA BODEGUITA DEL MEDIO, 70 AÑOS Y LOS QUE VENGAN



Los aniversarios son acontecimientos que me gusta celebrar especialmente. No concibo que un cumpleaños pase desapercibido o que el homenaje se haga esperar. Por estos días me llegan algunos, especialmente el de mi madre y el de una muy buena amiga, ambas el día 1º de mayo. Al simbolismo que la jornada encierra, le achaco las energías que ambas siempre despliegan y su disposición para el trabajo. Gran madre la mía y gran ser humano, como también mi amiga que nunca desfallecen aunque insisten en que ya no es como antes, imposible creerles después de conocerlas.

No obstante para el 1º de mayo aún falta un poquito, primero está este 26 de abril que merece un aparte por el aniversario que se celebra. La Bodeguita del Medio, nuestra bodeguita, la de todos, cumple 70 años. Ya es una abuelita, pero también derrocha energía y lozanía.

Hoy rememoro mi primera visita a su sede. Recuerdo que entré y admiré sus salones, -perímetros realmente reducidos-, comenté conmigo misma después de comprobar que era más pequeña de lo idealizado por mi mente. Esas paredes me aplastaban, repletas de autógrafos a modo de grafitis, señalaban inequívocas el paso gustoso de ilustres escritores, políticos, músicos y anónimos admiradores de la gastronomía cubana y en especial del “mojito”.

Eran las primeras horas de la tarde de un día perezoso, lunes para más señal. Así que el público aun no era demasiado y podía admirar todo con cierta tranquilidad.

Entonces como ahora, tenía esa sensación tan especial de encontrarme con la historia de tantos años rosándome en diferente espacio y tiempo. El espíritu de miles de personas se cruzaba a mi paso, podía sentir su ajetreo, el bullicio de sus conversaciones y hasta el sonido de los vasos que entraban en contacto con el hielo y el ron de los mojitos; incluso creía escuchar las notas de las guitarras y la voz de  Carlos Puebla.

No puedo imaginar La Habana sin la Bodeguita, como todos le decimos; de hecho creía que era más vieja, que su historia se remontaba a los primeros años del siglo XX o incluso a los finales del XIX; y es que para mi siempre ha estado ahí, en el medio de la calle Empedrado, entre Cuba y San Ignacio, origen de parte de su nombre.

Aunque su leyenda es bien conocida vale reiterar que su origen fue el de una simple bodega, establecida por un cubano hijo de canarios, -esto siempre se dice aunque ya es sabido lo difícil que resulta encontrar un cubano sin raíces españolas-, y su esposa. Posteriormente pasó a servir comidas, debido a la demanda de establecimientos que ofrecieran ese tipo de servidos en la zona, la cual albergaba importantes ministerios, el distrito financiero con los principales bancos nacionales y extranjeros e incluso la bolsa de la Habana, sí porque la Habana también tuvo bolsa.

La peculiaridad de su ubicación a mitad de calle, hecho excepcional por esos tiempos donde este tipo de establecimientos solían ubicarse en las esquinas para garantizar su reconocimiento y las visitas, junto a su antiguo oficio de bodeguita, le ganó el sobrenombre. La exitosa campaña de marketing desplegada por un amigo de la casa el editor Félix Ayón entre amigos y conocidos junto a la fidelización de clientes conseguida por el éxito de su cocina, la inmortalizaron como la Bodeguita del Medio.

La bodeguita es más de lo que puede ver cualquiera que la visita, es parte de la simbología de la ciudad de mis amores, es un ícono de su ferviente actividad, de su rabiosa actualidad y su perenne protagonismo. Y aunque durante un tiempo estuvo vedada para los cubanos de a pie, los recientes cambios han levantado el embargo interno y ahora todos pueden disfrutar de sus bondades contradictoriamente tan cubanas; eso sí, siempre que la cartera abulte y sobren los CUC o chavitos, divisa en que se pagan todos los productos y servicios que pueden consumir tanto los nacionales como los extranjeros.

Ahí yacen 70 años de exitosa historia. Los cambios han sido muchos, pero nunca en su apariencia y esencia, sus paredes insisten en recordárnoslo. Así que invito a todos, para que sucumban a la tentación, sigan los consejos de Hemingway …”mi daiquirí en el Floridita y mi mojito en la Bodeguita”; disfruten de la trova cubana en estado puro, de “la entrañable transparencia” de Carlos Puebla, y se enamoren poseídos por el espíritu y los versos de Neruda o Gabriela Mistral que evocarán al leer sus notas en las paredes.

Mientras tantos comparto los versos del poeta nacional de Cuba, Nicolás guillén que en sus murales de adobe reposan:

La Bodeguita es ya la bodegona,
que en triunfo al aire su estandarte agita,
más sea bodegona o bodeguita
La Habana de ella con razón blasona.
Hártase bien allí quien bien abona
plata, guano, parné, pastora, guita.
Mas si no tiene un kilo y de hambre grita.
No faltara cuidado a su persona.
La copa en alto, mientras Puebla entona
su canción, y Martínez precipita.
Marejadas de añejo, de otra zona.
Brindo porque la historia se repita,
y porque es ya la bodegona,
nunca deje de ser La bodeguita.

Nota de Hemingway en la Bodeguita
Carlos Puebla en la Bodeguita

miércoles, 25 de abril de 2012

HILLARY CLINTON "GOZANDO EN LA HAVANA”


Desde la pasada semana la noticia ha corrido como pólvora y la polémica está servida. Medios de todo el mundo la han comentado, aunque cabe la duda sobre donde está la verdadera noticia, en la revelación de los hechos o en la particularidad del lugar donde se manifestaron.

Resulta que la Cumbre de las Américas celebrada en Cartagena, ha trascendido más por acciones colaterales que por el encuentro en sí mismo, el cual finalizó como todos saben, sin declaración conjunta por la falta de acuerdo entre los participantes. Ante aspectos tan trascendentales como la participación de Cuba en próximas cumbres, -tal como demandaban algunos países-, el apoyo al reclamo argentino por la independencia de las Islas Malvinas, incluso las drogas; las cumbres volvieron a demostrar su ineficacia. (A mí me recuerdan a las ferias de turismo y otras, que se organizaban bajo pretexto de fomentar las relaciones comerciales y solo servían para confraternizar y fiestear un poco).

Primero fueron noticia algunos miembros de la seguridad de Barack Obama, los cuales aparentemente aburridos decidieron alegrarse el cuerpo de una de las formas más antiguas conocidas. Esto tuvo una trascendencia tal vez ilógica, porque analizando la situación en perspectiva, ¿qué nos importa a nosotros si los “segurosos” del Super President se van de putas?, allá ellos y sus jefes.

Considero que se han perdido los límites y la globalización se manifiesta a todos los niveles, sino ¿por qué la prensa en general amenaza con teñirse de rosa y devorarnos a diario con informaciones tan carentes de importancia?.

Aun así el plato fuerte estaba por llegar y el pasado día 15 se publicaban las fotos de una Secretaria de Estado, pero ante todo una señora de 65 años, que se divertía en la noche de Cartagena.

Que el hecho tiene morbo, quizás sí, depende del público y de lo mal que anda este mundo.
Que se tratara del altísimo cargo de una potencia mundial, que por demás se encontraba secundando a su presidente en una cumbre de países debatiendo temas vitales, hace pensar que la situación no estaba para fiestas sino para estar negociando, gestionando lobbies, en función de los objetivos propuestos en la convocatoria y otros tantos.

Dicho esto, hasta aquí se comprende el análisis, pero aún hay más. La discoteca donde se “desfogaba” y bebía a “pico de botella” se llamaba HAVANA, ojo que no HABANA, o sea el nombre de la capital cubana pero en inglés y esto ha bastado para formar una tormenta donde no había ni nubes.

Que da gracia la coincidencia, SÍ, se trata de la Secretaria de Estado de USA bailando al son de la “Guantanamera”, casi un himno para Cuba, y demás ritmos latinos en un local de ambiente netamente cubano. Hay que mencionar que en este local son frecuentes las visitas de personalidades políticas y culturales como el propio presidente de Colombia Juan Manuel Santos con su esposa, Gabriel García Márquez, Benicio del Toro y otros integrantes de la farándula.

Pero no hay más allá, la discoteca se llama Havana como podía haberse llamado New York, ver en ello una contradicción, paradoja o cuestión política, no tiene mucho sentido. Si se tratara de ir a bailar a una discoteca cubana en suelo cubano, de tomarse una cerveza cristal o bucanero 100% cubanas y que solo en el país caribeño se producen, hubiese sido otra cosa, el bloqueo agonizaría, pero no es el caso. De hecho no se armaría tanto revuelo si hubiese bailado en un local cubano de los miles que hay en Miami.

Entonces ¿por qué tanto escándalo?.

La noticia que debía trascender es que ni Hilary Clinton se resiste al sabor y la música cubana esté donde esté y haga lo que haga, TODO EL MUNDO LA CONSUME.

martes, 17 de abril de 2012

GENERACIÓN TÍA TATA


La pasada semana, mientras visitaba a mi prima y sus niñas, y esperaba para compartir en familia la comida de un sábado, descubrí una “joya” en forma de libro para niños.
Dicha joya le había sido obsequiada a la más pequeña durante su visita a Cuba en el verano pasado, por tanto confirmo que es un libro cubano, su título “Vamos a cantar y soñar” y su autora Nerys Pupo, -facilito estos datos por si alguien se interesa y quiere buscarlo-.
En fin el libro recoge en sus páginas canciones, poemas, reflexiones martianas, y sobre todo raíces, raíces bien profundas que nos acercan a nuestra niñez.
Para mí ha sido un redescubrimiento, un viaje al pasado, a mis primeros años. La mayoría los asocio con esos “muñequitos*” de factura primitiva que ocupaban nuestras horas después de la escuela.
Por entonces la rutina extra escolar era más natural que la de ahora. Al finalizar las clases regresábamos a casa, merendábamos y salíamos a jugar con los amigos del barrio; la tarea o deberes se hacían antes o después del juego, a criterio de los padres. Cuando ya nos encontrábamos bastante desfogados después de correr sin parar y  jugar al pon*, a los escondidos*, los cogidos* y similares, regresábamos dóciles al hogar. Tras el baño reglamentario, llegaba el momento de la tele y los mencionados muñequitos, esos que hoy han regresado a mi mente revoloteando desde mi feliz niñez.
En verdad no eran nada sofisticados, era otra época. En la década de los 70 la animación era muy primaria, las teles en colores no existían en Cuba y ni soñar con el 3D; pero aun así se palpaba la diferencia entre los nacionales y los pocos que habíamos logrado ver de facturación norteamericana. Con todo y eso la magia era increíble.
Mi generación, siempre tengo que recordarlo, carente y víctima de muchas cosas, también lo fue de de los muñequitos rusos y de otros países socialista europeos, esos que tenían la gracia donde mismo escondían el ritmo al bailar. El payaso Ferninando, Bolek y Lolek, eran ejemplo de los que al menos se podían ver, pero otros…
No obstante la primitiva producción nacional valía la pena y nos mantenía pegados a la televisión de un modo que ya no se conoce.
En esos años la tele no era una caja tonta, los programas infantiles trasmitían valores, nos enseñaban cosas nuevas y por supuesto entretenían. ¿Recuerdan “Tia Tata cuenta cuentos”?, seguro que todos los cubanos mayores de 30 años sí. Para quienes no los son, les cuento que se trataba de un programa infantil y musical, en él que importantes actores, compositores y cantantes, interpretaban canciones que se recogen en el libro antes mencionado.
Como olvidar “Un día de paseo”, “Vinagrito” el súper simpático gatico, el inquieto Juan al que todo le tenía sin cuidado y muchos más.
¡Ay, Tía Tata cuenta cuentos!, -el juego de palabras hace pensar en otros cuentos menos inocentes y también nacionales, pero mejor no entrar en eso ahora-.
Al leer este libro y como todos conservábamos algo de niños, -y sino hay que rescatarlo-, sentí unas ganas inmensas de compartir esos poemas y canciones que entonces escuchábamos en vídeos clips protagonizados por simpáticos títeres con preciosas voces infantiles.
Aquí dejo algunos para reír un rato y rememorar la inocencia.
*muñequitos: así se llaman coloquialmente en Cuba a los dibujos animados.
*pon, escondidos y cogidos: juegos infantiles cubanos. 

Un día de paseo, con la diva Rosita Fornés.

El gatico Vinagrito, Teresita Fernández.

Bolek y lolek, muñequitos polacos.

martes, 3 de abril de 2012

150 AÑOS DEL MURCIELAGO


Cuando se habla de ron en cualquier lugar del mundo por lejano y recóndito que este resulte, se piensa en Cuba y el ron cubano. Razonamiento más que comprensible porque el ron nació en Cuba, al menos como hoy se conoce. Y por supuesto si se habla de ron cubano hay que hablar de Bacardí.
El pasado mes de febrero se cumplieron 150 años de la creación del Ron Bacardí y por ende del ron cubano. Es reconocido que la historia de este patrimonio nacional comienza con la creación de la compañía el 4 de febrero de 1862, no obstante el origen del ron Bacardí como el de otras exitosas bebidas se encuentra envuelto en un halo de misterio y mucho de leyenda que mistifica su éxito. En cualquier caso el ron no es más que el producto de la fermentación alcohólica y posterior destilación del guarapo o jugo de la caña que se añeja y mezcla.
Es verdad que no solo se producía ron en Cuba, ya se elaboraba en otras islas de las Antillas Españolas como Jamaica, República Dominica, Puerto Rico, incluso se considera a Jamaica como el primer lugar donde se logró la destilación continuada hasta llegar al ron. Aun así este era demasiado fuerte y de elevada graduación alcohólica, lo que impedía su consumo generalizado.
Fue entonces que surgió un ron más suave y ligero, producido en el oriente de Cuba  a manos de un emigrante español asentado en tierras santiagueras Don Facundo Bacardí Massó, originario de Sitges, Barcelona que con 15 años llegó a la isla en busca de fortuna y sueños por realizar.
Resulta curioso que dos de los principales productores de ron cubano que contribuyeron al renombre del mismo, hayan sido humildes emigrantes de origen español, el ya mencionado Don Facundo Bacardí Massó de Sitges y el vasco José Arrechabala y Aldama creador del Havana Club.
Y aquí surge el misterio alimentado durante siglo y medio. Don Facundo que había tenido varios negocios más o menos exitosos, incluso se había declarado en quiebra, decidió conquistar sus sueños y adquiere una destilería en Santiago de Cuba y funda su compañía. Surge así el mítico ron Bacardí.
En cuanto a su logotipo, el famoso murciélago que ha estado presente en sus botellas desde la primera hasta las actuales, surge a propuesta de Doña Amalia, esposa de Don Facundo, que tomó como referencia una colonia de los mismos en las vigas de la destilería y que conocedora de los poderes que se le atribuían por los criollos, -optimismo, sabiduría, buena salud, fortuna y unidad familiar-, sugirió a su marido que lo utilizara como símbolo del nuevo ron.
A partir de entonces no paró de crecer y llegó a ser unas de las empresas cubanas más importantes del panorama económico nacional, que producía y comercializaba un producto tan criollo que también le garantizó el éxito internacional. Ya para principios del siglo XX la compañía consolidaba su posición como líder empresarial en Cuba.
Las leyendas otorgan el secreto del éxito a diferentes fuentes, unas a las mágicas aguas santiagueras responsables de su calidad sin igual, y otras a una fórmula secreta cedida al fundador durante una noche de borrachera por un vinatero francés. La compañía ha sabido explotar a su favor dicho misterio  y sin negar ni dar por válidas las mismas, las ha convertido en importante elemento publicitario.
Durante casi un siglo, desde 1862 hasta 1960 Bacardí se elaboró en suelo cubano y aunque bien temprano tuvo clara la idea de expandirse y conquistar el mercado internacional, estableciéndose también en Puerto Rico y México entre otros, siempre fue un ron 100% cubano.
Igualmente es un hecho que la compañía tenía algo especial. Su historia ha estado unida a la historia del pueblo cubano. Emilio, uno de los hijos de Don Facundo, llegó a ser el primer alcalde la ciudad de Santiago y hasta Senador, después de haber colaborado activamente como enlace entre las fuerzas mambisas que luchaban por la independencia de Cuba y sus apoyos en la ciudad; luego durante la ocupación norteamericana colabora con sus tropas hasta la instauración de la república y la toma de su cargo. En la actualidad el edificio que fue sede de la compañía en La Habana, conserva su nombre: Emilio Bacardí.
Avanzando hacia la mitad del siglo XX, Bacardí como compañía y familia nunca apoyó la dictadura de Batista, no era como el resto de las empresas cubanas del momento, al menos así se considera; se dice que incluso colaboró con dinero y otras acciones con el movimiento 26 de julio. Curiosamente el contable de Bacardí era el padre de Vilma Espín, esposa fallecida de Raúl Castro y en general eran tolerantes con los trabajadores que también se identificaban con el movimiento revolucionario, cosa impensable en otras empresas.
Algunos miembros de la familia conocían a Fidel desde mucho antes, habían coincidido durante sus estudios en Santiago, pertenecían a la misma clase social, lo que también contribuía a la existencia de cierta simpatía hacia él y a no albergar temores a cambios significativos si llegara al poder.
Por todos son conocidos los vínculos entre la familia-máxima dirección de la compañía y el gobierno de E.U.A a través de sus embajadores en La Habana, así como su visión preclara de la situación del país a finales de la década del 50 del siglo XX. Por esta razón cuando avistaron que la realidad interna podía cambiar definitivamente, que Batista se negaba a seguir la invitación del gobierno norteamericano a abandonar el poder y convocar elecciones que garantizarán la continuidad de su hegemonía, así como conocen el programa propuesto por Fidel, prefieren anticiparse y poner a buen recaudo su “marca”, el bien más preciado, en un paraíso fiscal donde ningún peligro le asecharía. Con la marca a buen resguardo registrada fuera de Cuba y la expansión pionera que habían realizado estableciendo otras destilerías en Puerto Rico y México, se garantizaban el futuro.
En 1960, la compañía fue nacionalizada por el gobierno revolucionario y aunque como asegura el periodista estadounidense Tom Gjelten en su libro “Bacardí and the Long Fight for Cuba”, no encajaba en el modelo de empresa capitalista cubana explotadora que apoyaba y se identificaba con la dictadura de Batista mientras asfixiaba al pueblo cubano, -incluso trabajadores que aun viven en Cuba y que laboraron en sus instalaciones dan fe de los altos salarios que se pagaban así como las buenas condiciones de trabajo-, sin embargo la política de nacionalizaciones del gobierno revolucionario no permitía excepciones.
Quizás la compañía Bacardí hubiese sido un buen ejemplo de convivencia entre empresa capitalista y revolución, -este es un criterio personal-, una prueba concreta de la viabilidad del capitalismo monopolista de estado.
La familia Bacardí abandonó Cuba y con ella se llevó la supuesta fórmula secreta para la fabricación de su ron; el que antes se producía en tierras santiagueras se elaboraría a partir de ese momento en la hermana Puerto Rico. No obstante muchos aseguran que el auténtico ron Bacardí se quedó en Cuba, en las plantaciones de caña de azúcar, en las mieles que de ellas se obtienen, en las antiquísimas barricas de su fábrica y hasta en el viento, el sol y por supuesto, las aguas santiagueras.

Con ellos se llevaron “la marca” pero en las antiguas instalaciones se sigue produciendo ron ahora con otro nombre, incluso en algunos casos por las mismas manos que antes lo elaboraban y que aseguran que la fórmula con detalles tecnológicos específicos que se guardaban en el famoso “cuarto del secreto” y que solo era conocida por los dueños y algunos fabricantes, no existen como tal; se trata únicamente de una forma de hacer, de materia prima totalmente cubana, específicamente santiaguera a la que nunca más han tenido acceso, causante del “toque” que le falta al actual Bacardí.

En cuanto a la familia, luego de romper con el régimen revolucionario, emigraron a E.U.A. Algunos de sus integrantes se declararon abiertamente adversarios del gobierno revolucionario como es el caso de José Pepín Bosch, quien después de transitar de una tenaz oposición al dictador Batista, a un apoyo pionero a Fidel e incluso viajar como parte de su comitiva en los primeros meses de revolución a E.U.A, decide marchar y alinearse en sentido contrario.

A modo de resumen Bacardí pasó a ser identificada con las posiciones más activas contra el gobierno de la isla, se reconoce su financiación de la fallida invasión a Bahía Cochinos que pretendía derrocar al gobierno de Fidel Castro; también con la compra de un avión para bombardear las refinerías de petróleo, acción que finalmente no pudo llevarse a cabo, así como numerosos atentados, leyes de embargo a Cuba y la fundación de organizaciones para garantizar tales objetivos.

A criterio de Tom Gjelten, en la actualidad “…los Bacardí ya no están tan implicados en el apoyo a la oposición cubana. Son exiliados cubanos ricos, algunos de ellos apoyan a grupos…, pero muy pocos tienen papeles destacados, y la compañía como tal no lidera los círculos de la oposición cubana. Creo que sobrevuela la idea de que la compañía cometió un error al significarse tan destacadamente como parte del movimiento anticastrista y ahora se han concentrado más en los temas empresariales que en los asuntos políticos…”.

En el plano económico continua desarrollando la producción del ron Bacardí y otros licores, sin lograr –en opinión de muchos-, que el primero conservara el sabor único que tenía al fabricarse en Cuba. Según algunas fuentes, Bacardi es ahora la tercera compañía mundial de bebidas alcohólicas, por detrás de Diageo y Pernod Ricard. Una multinacional con sede en Bermudas que sigue siendo casi enteramente propiedad de la familia. Su actual presidente es Facundo Bacardi, tataranieto del fundador, nacido en E.U.A. y que se considera más norteamericano que cubano. La historia finalmente lo ha alejado de sus raíces.

Innegable resulta a mi parecer que Bacardí se ha distanciado de sus raíces, aunque reconozco el increíble éxito manifiesto en que generaciones como la mía, las que no llegamos a conocer el Bacardí elaborado en Cuba, que ni llegamos a degustarlo, lo sigamos asociando con nuestra patria e identificándolo como un ron cubano.
Ese es a mis entender el mayor reconocimiento, la prueba más verídica de que  forma parte del patrimonio nacional.
 Ron Bacardí
150 años del comienzo de las fiestas
 Entrega de reconocimiento a Facundo Bacardí III durante la celebración por el 150
aniversario en Puerto Rico
Edificio "Emilio Bacardí" en La Habana, símbolo del estilo art decó en Cuba